ÀRealmente la belleza f'sica importa?
ÀPor qué es un tema tabú? Cuando ha estado presenta siempre en la era moderna .
Porque no hay pol'tico que quiera jugarse los votos admitiendo que, en este gran circo social, la cara bonita tiene (muchas) ventajas. Digan lo que digan sobre la igualdad y la meritocracia, cualquier persona con un m'nimo de honestidad sabe que el f'sico abre puertas, reduce penas de cárcel (s', has le'do bien) y, de paso, te regala un extra de simpat'a en entrevistas de trabajo.
- ÀSer guapo es el nuevo privilegio que nadie reconoce? ÀRealmente la belleza f'sica importa ?
Catherine Hakim, en su libro Capital Er-tico, define seis factores que, combinados, conforman una suerte de Òcarta ganadoraÓ en la sociedad actual:
Belleza f'sica: rasgos arm-nicos, proporciones ideales y otros estándares culturales cambiantes.
Atracci-n sexual: esa ÒchispitaÓ que va más allá de un rostro bonito (actitud, forma de moverseÉ).
Sociabilidad: saber agradar, caer bien, re'r en el momento justo sin parecer forzado.
Estilo personal: vestimenta, peinado, accesorios, la imagen que proyectas (cuidadosamente elegida o cuidadosamente descuidada).
Vitalidad: energ'a, entusiasmo y sensaci-n de salud.
Habilidades de autopresentaci-n: adaptarse al ambiente, modular el tono de voz, saber calibrar la postura y hasta la mirada.
La tesis principal de Hakim es que quienes dominan estos factores tienen un ÒcapitalÓ que se traduce en ventajas econ-micas, sociales y hasta pol'ticas de las personas que gozan de belleza fisica en el sentido amplio de la palabra. ÀEs una conspiraci-n contra la meritocracia? donde de quedan los estudios, la formacion, los miles de euros gastados en masteres , no sera mejor gasatarlo en cirujia , retoques e infiltraciones ÀUna injusticia hist-rica que nadie sabe c-mo corregir? Quizá, s'. Pero lo cierto es que el f'sico importa y lo hace en múltiples niveles.
Datos que incomodan
Mayor salario: un estudio publicado en Economics & Human Biology (2012) sugiere que la gente Òmás atractivaÓ gana entre un 10% y un 15% más que sus pares con la misma cualificaci-n pero peor valoraci-n estética.
Ventaja en entrevistas de trabajo: investigaci-n de la Universidad de Colorado Boulder (2014) mostr- que, con curr'culums idénticos, el candidato considerado más atractivo no solo era contratado con mayor frecuencia, sino que en ocasiones recib'a ofertas salariales superiores.
Sentencias judiciales más blandas: un metaanálisis de Law and Human Behavior (2017) concluy- que acusados con rasgos agraciados obten'an penas más suaves y mayor indulgencia por parte de jurados y jueces.
Puedes hasta llegar a ser presidente del gobiernoÉ
As' que, antes de rasgarnos las vestiduras gritando ÒÁNo es justo!Ó, conviene aceptar esta realidad: la belleza vamos a utilizar una metáfora bonita es un acelerador social. Y, en el reverso de la moneda, la ÒfealdadÓ (o la ausencia de esos rasgos valorados) se convierte en una desventaja silenciosa que casi nadie quiere politizar, porque, seamos francos: pocos pol'ticos ganan votos reconociendo la discriminaci-n por apariencia.( Aunque dentro de la pol'tica da la sensacion que algunos partidos tienen un imán que atrae al mismo lado, o es la impresi-n que me dá , icnlusos aquelleos que dicen ser diferentes realemnte paracen diferentes)
- ÀBrecha de belleza? El tema que no da réditos pol'ticos
Ya estamos en la Òera de la hipervisibilidadÓ. Entre Instagram, TikTok y aplicaciones de citas, la competitividad por ÒgustarÓ o ÒencajarÓ en un canon estético roza niveles de obsesi-n. El problema se agrava cuando vemos c-mo se benefician quienes tienen buenos genes (o se han gastado un dineral en retoques) frente a quienes no. ÀPor qué no se habla de una Òbrecha de bellezaÓ al igual que se discute la brecha salarial de género o la brecha digital?
Porque, al final, no interesa y no da votos. Imag'nate a un ministro compareciendo en rueda de prensa para anunciar la ÒLey Orgánica de Cirug'as CompensatoriasÓ: cosas peores estamos viendoÉ
- Del Ministerio de Igualdad a la mesa de quir-fano: Àcirug'a para todos?
ÀExageraci-n? Pues hay corrientes ultra-igualitaristas que sostienen que, si el Estado interviene para compensar desigualdades de género, etnia o clase, Àpor qué no compensar la desventaja de la apariencia? Dicho de otro modo: si eres ÒfeoÓ no es tu culpa, as' que Àno mereces una ayuda para mejorar tu aspecto? Suena a distop'a, pero en pol'tica hemos visto proponer cosas impensables. Una ley as', tan disparatada en apariencia, chocar'a con el sentido comúnÉ o con el bolsillo del contribuyente, lo que suele ser un argumento más s-lido para frenar cualquier iniciativa de este tipo.
El factor ÒbilleteraÓ
La belleza también se compra. El que tiene recursos puede pagarse un dentista top, un dermat-logo de lujo, un nutricionista personal, cirug'as estéticas y un estilo de vida que promueve la vitalidad.
Quien no, se queda muchas veces atrapado en un cuerpo Òpoco estéticoÓ (según los estándares dominantes) sin poder costear la transformaci-n. Por supuesto, la presi-n es mayor en mujeres (presi-n social, industria cosmética, etc.), pero los hombres tampoco se libran de este fen-meno.
- La hipocres'a diaria: preferimos sentarnos con alguien Òagradable a la vistaÓ
Todos, en mayor o menor medida, preferimos lo bonito a lo feo. Por puro instinto, por comodidad visual o, sencillamente, porque nos condiciona la cultura. Es un sesgo inconsciente: preferimos compa-eros de asiento en el tren o en el avi-n que huelan bien, que se vean atractivos o, al menos, limpios y saludables. Si no fuera as', no existir'an las secciones de Òvuelos para solterosÓ o Òcompa-eros de viajeÓ en algunas webs, orientadas a socializar con gente Òguapa e interesanteÓ.
Esta preferencia a veces se traduce en comentarios pol'ticamente incorrectos que en privado muchos comparten. Aunque luego, de cara a la galer'a, levantemos la bandera de la igualdad y la inclusi-n, el hecho de Òsentirse más c-modo con un vecino de asiento atractivoÓ es prácticamente universal. No es racismo ni clasismo; es, sencillamente, superficialidad humana. Y as' funciona en muchos ámbitos de la vida (trabajo, amistades, relaciones, etc.).
- Eva Illouz y el merchandising del deseo
La soci-loga Eva Illouz ha profundizado en c-mo el capitalismo ha mercantilizado las emociones y la intimidad. Ese Òmercado del deseoÓ se ve clar'simo en las apps de citas y en las redes sociales, donde con un simple Òdesliza hacia la derechaÓ o un ÒlikeÓ decidimos quién pasa nuestro filtro de atracci-n y quién no.
Econom'a emocional: la belleza se ha convertido en un valor transable. Tus fotos más cuidadas, tu sonrisa perfecta, tu gym de influencerÉ todo se vuelve una tarjeta de presentaci-n para ganar seguidores, patrocinios y Ñpor qué noÑ cierta fama en Internet.
Comparaci-n perpetua: ver cuerpos y rostros ÒperfectosÓ nos hace sentir que nuestro f'sico es inadecuado, lo que dispara ansiedad y baja autoestima.
Monetizaci-n de la apariencia: influencers que viven de promocionar productos basados en su imagen; Òbelleza realÓ que, en el fondo, sigue teniendo estándares imposibles.
El resultado es una cultura de la comparaci-n en la que los más agraciados sacan provecho y la masa restante se frustra o se ve tentada a pasar por el quir-fano (o por el bistur' digital del Photoshop) para no quedarse fuera del mercado.
- El factor edad: el doble castigo
Ser menos atractivo ya pone trabas, pero Àqué pasa cuando a-adimos la variable de la edad? En la cultura occidental, hay una obsesi-n por la juventud eterna. A partir de cierta edad, se espera que uno ÒpeleeÓ por verse igual que cuando ten'a 25 a-os. La cirug'a estética, el b-tox, los suplementos vitam'nicos y las rutinas de deporte extremo se convierten en aliados para disimular el paso del tiempo.
Doble rasero:
Para las mujeres, el castigo suele ser más fuerte. Se las tilda de ÒdejadasÓ si no se someten a ciertos cuidados estéticos, mientras que al hombre maduro se le puede permitir canas y arrugas porque Òle dan carácterÓ.
Para los hombres, aunque también exista presi-n por lucir abdomen plano y buena complexi-n, la sociedad es un poco más benévola con la calvicie o la ÒbarriguitaÓ de los 50 que por cierto no es cervecera.
As', la discriminaci-n por apariencia se agudiza cuando la juventud se marcha. ÀDeber'a haber un subsidio estético para mayores de cierta edad, en nombre de la equidad? Otro absurdo pol'tico, pero que en el fondo apunta al mismo dilema: Àc-mo compites en igualdad de condiciones en muchos trabajos con alguien 20 a-os más joven y con un aspecto que encaja en los cánones estéticos del momento?
- ÀY los ÒguaposÓ también sufren? La paradoja de la Òguapa que no quiere serloÓ
Tal vez suene a chiste, pero hay testimonios de personas con alto capital er-tico que se sienten v'ctimas de prejuicios inversos. Algunos ejemplos:
Desconfianza laboral: ÒSi has llegado a un puesto alto es por tu cara bonita, no por tu inteligenciaÓ.
Acoso constante: atenci-n excesiva en la calle o en redes sociales, que puede volverse inc-moda e incluso peligrosa.
Falta de credibilidad: se asume que, si eres muy agraciado f'sicamente, eres fr'volo o superficial.
Objetificaci-n sexual: muchas mujeres (y también hombres) atractivos sienten que solo se valora su f'sico y no sus capacidades o emociones.
En T'a buena, de Alberto Olmos, se parodia de forma brutal c-mo una protagonista atractiva se convierte en objeto de deseo y, a la vez, de rechazo. Olmos retrata la contradicci-n de una sociedad que adora la belleza pero la envidia; un equilibrio imposible donde el ÒguapoÓ tampoco escapa a la etiqueta.
- ÀPodemos Ño queremosÑ regular el capital er-tico?
Imaginemos distintos escenarios pol'ticos:
Subvenciones estéticas para todosÉÉ.: una suerte de Seguridad Social que cubra cirug'as plásticas a quienes tengan un Òcoeficiente de bellezaÓ por debajo de la media. Además hoy te lo hacen en 2 dias por un rreal decreto.
Penalizar al agraciado( ideas para hacienda): imponer una tasa a cirug'as estéticas de lujo, prohibirlas o gravar con un impuesto espec'fico a quienes ingresan a certámenes de belleza (quizá suene a fantas'a, pero hay impuestos más raros).
Curr'culums ciegos, entrevistas sin foto: ya hay empresas que evitan la foto en el CV para reducir el sesgo. Pero la realidad es que, tarde o temprano, la gente se ve las caras y el sesgo reaparece.
Ni tocarlo: reconocer en voz baja que s', la apariencia otorga ventajas, pero no meternos en jardines imposibles de legislar.
Las ÒsolucionesÓ oscilan entre la utop'a, el sarcasmo y la imposibilidad práctica. Lo cierto es que la discriminaci-n por fealdad Ño la ventaja de la bellezaÑ actúa como un sesgo humano tan arraigado que ni cien leyes podr'an extirparlo por completo. Es más: en algunos pa'ses, se han regulado los retoques digitales (obligando a etiquetar Òfoto retocadaÓ en publicidad), un peque-o paso para evitar estándares inalcanzables. Pero regular la belleza real, la de carne y hueso, Àc-mo se har'a? Casi suena a un cuento g-tico.
- Des-rdenes psicol-gicos y psiquiátricos asociados al culto a la imagen
Como psiquiatra, ser'a irresponsable cerrar este debate sin mencionar los trastornos y alteraciones mentales que surgen cuando se lleva al extremo la obsesi-n por el aspecto f'sico o cuando, por el contrario, la ÒfealdadÓ percibida genera un sufrimiento continuo.
A continuaci-n, algunos de los principales problemas que se observan en consulta:
Trastorno Dism-rfico Corporal (TDC)
Se caracteriza por una obsesi-n con uno o varios defectos f'sicos (a menudo inexistentes o muy exagerados).
Los pacientes pueden desarrollar rituales de comprobaci-n (espejos, fotos) o evitar situaciones sociales por vergüenza a su aspecto.
Provoca angustia, aislamiento y puede conducir a depresi-n y ansiedad graves.
Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA)
Anorexia nerviosa: obsesi-n por la delgadez, con restricci-n alimentaria y distorsi-n de la imagen corporal.
Bulimia nerviosa: episodios de atracones seguidos de conductas purgativas (v-mitos, laxantes, ejercicio excesivo).
Trastorno por Atrac-n: ingestas compulsivas sin conductas compensatorias posteriores.
El bombardeo de imágenes de Òcuerpos perfectosÓ contribuye a la aparici-n o empeoramiento de estos cuadros.
Bigorexia o Vigorexia (Trastorno Dism-rfico Muscular)
Más común en hombres: obsesi-n por aumentar la masa muscular, con rutinas extenuantes y uso de suplementos o anabolizantes.
Detrás de la aparente ÒsaludÓ hay una insatisfacci-n corporal cr-nica y un peligroso riesgo de da-os f'sicos.
Ansiedad y Depresi-n
La presi-n constante por lucir mejor, sumada a la comparaci-n en redes sociales, puede derivar en baja autoestima, estados de ansiedad y cuadros depresivos.
La persona se siente atrapada en un ciclo de autopresentaci-n forzada, con el temor a ser rechazada si no cumple el canon.
Cosificaci-n y estrés postraumático en casos de acoso
Quienes poseen un alto capital er-tico a veces sufren cosificaci-n, comentarios obscenos y acoso sexual constante.
Esto genera un estado de hipervigilancia, miedo y potencial desarrollo de trastornos de estrés postraumático (TEPT).
Deterioro de la salud f'sica
Los abusos de cirug'a estética o de técnicas invasivas (liposucciones repetidas, implantes excesivos, etc.) pueden llevar a complicaciones graves, a menudo alimentadas por la adicci-n al bistur'.
Este deterioro suele estar vinculado a un trastorno psicol-gico subyacente, que impulsa a la persona a ÒcorregirÓ constantemente su apariencia.
En suma, la obsesi-n con el capital er-tico Ñy su contraparte, la discriminaci-n por ÒfealdadÓÑ puede desembocar en un amplio espectro de patolog'as. El problema va más allá de la mera estética: hablamos de salud mental, de calidad de vida y de equilibrio emocional.
Conclusi-n: entre la verdad inc-moda y la imposibilidad pol'tica
La belleza, por crudo que suene, es poder. Ser agraciado abre oportunidades profesionales, aligera condenas judiciales y provoca sonrisas c-mplices en el d'a a d'a. Por el contrario, no encajar en los cánones Ñsumado a la edad o la falta de medios para ÒarreglarseÓÑ puede ser un lastre silencioso que rara vez se aborda con la seriedad que merece.
La verdad , la brecha estética existe y genera desigualdades reales. Queda en manos de la sociedad, de las empresas y de cada uno de nosotros reconocer el sesgo y tratar de minimizarlo.
Y, desde la perspectiva de la salud mental, urge recordar que la exaltaci-n de la belleza perfecta Ño la vergüenza de no cumplirlaÑ puede desembocar en trastornos tan serios como el Trastorno Dism-rfico Corporal o los Trastornos de la Conducta Alimentaria.
En definitiva, la belleza fisica y todo lo que la rodea nos impacta a todos de formas que no siempre queremos admitir. Tal vez el primer paso sea simplemente hablar del tema sin tapujos, reconocer c-mo nos condiciona y, sobre todo, romper el silencio que lo rodea. Porque la verdad, aunque molesta, es tan grande como un templo: s', la apariencia importaÉ y s', a muchos no les conviene decirlo abiertamente.
Bienvenidos a la monta-a rusa de la belleza, la fealdad y el inconmensurable poder de la imagen. Por ahora, no hay ley que lo regule ni pol'tico que se arriesgue a proponerlo. Pero mientras tanto, nuestros cerebros Ñcon sus sesgos y prejuiciosÑ seguirán decidiendo a quién dar el beneficio de la dudaÉ y a quién ni siquiera prestarle atenci-n.
La monta-a rusa de lo (in)justo y lo (im)posible
Como psiquiatra que suele ver de cerca el impacto emocional de la comparaci-n estética, puedo asegurar que la belleza f'sica (o la falta de ella) influye en la autoestima y en la salud mental tanto como en el ascenso profesional. El Òcapital er-ticoÓ no se limita a la seducci-n sexual, sino que impregna todos los estratos de la vida social. Negarlo ser'a ingenuo; regularlo, acaso imposible. Quizá el mejor ant'doto sea, ir-nicamente, hablar de ello. Reconocer que existe, que nos incomoda, que genera privilegios para unos y barreras para otros.
As' que, entre bromas y veras, seguiremos conviviendo con esta realidad:
Ser guapo/a abre puertas, a veces incluso las de la indulgencia judicial.
Ser Òmenos agraciadoÓ implica sortear prejuicios silenciosos que afectan salarios, oportunidades y la consideraci-n social.
Las apps de citas y las redes sociales exacerban el mercadeo de la apariencia.
Los datos son claros, pero el debate incomoda porque podr'a derivar en escenarios rid'culos (Àcirug'as subvencionadas?) o medidas inviables.
ÀLa moraleja? Quizá baste con tomar conciencia de la importancia de la belleza fisica y, desde cada ámbito (empresas, universidades, sociedad en general), tratar de minimizar los efectos más discriminatorios de la belleza. Y si en algún momento a algún ministro se le ocurre legislar la Òigualdad estéticaÓ, prometo que daré mi opini-n en otra entrada. Entretanto, no dejemos de preguntar: ÀHasta qué punto la belleza f'sica manda en nuestras decisiones diarias, incluso en aquellas que creemos ÒracionalesÓ?. Porque, al final, el verdadero tabú no es la fealdad, sino el silencio que impide reconocerla como factor de discriminaci-n. Y s', eso no da votosÉ pero vaya que define vidas.
Acerca de la empresa: -
El Dr. Cristobal L-pez es licenciado en Medicina y Cirug'a por la Universidad de Málaga y especialista en Psiquiatr'a tras formarse como Médico en el prestigioso hospital regional Carlos Haya. Ha trabajado, desde entonces, en hospitales y centros de salud tanto públicos como privados. Tiene experiencia como psiquiatra de adultos al igual que con ni-os y adolescentes.
Ha realizado numerosos master: en Intervenci-n Psicoterapéutica, Master en Terapia de la Conducta y Master en Drogodependencias. Siendo especialista también en Terapia Cognitivo Conductual en la Infancia y Adolescencia.
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